La paz en Ucrania en 24 horas
Esta semana ocurrieron dos hechos extremadamente graves que están poniendo a la humanidad al borde de una guerra nuclear, que sería el fin de la vida humana sobre la faz de la tierra. En la guerra de Ucrania –que ya lleva más de 1.000 días– el presidente saliente de los Estados Unidos, Joe Biden autorizó a Kiev a utilizar los misiles estadounidenses de largo alcance ATACMS para atacar objetivos dentro de Rusia.
En respuesta a esta decisión Putin aprobó cambios en la doctrina nuclear rusa, para permitir el uso de armas nucleares contra cualquier país que se encuentre apoyando a un enemigo de Rusia, como hoy es Ucrania. Estas dos decisiones hacen que el conflicto escale cada vez más y nos lleve camino a un enfrentamiento directo entre Rusia y la OTAN, es decir entre dos potencias nucleares.
Lo llamativo es que estas decisiones se han tomado a tan solo dos meses de la asunción de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, que llega a la misma con la promesa de terminar la guerra de Ucrania en 24 horas.
Para determinadas personas este discurso de Trump es pura retórica de campaña electoral, para algunos es una bravuconada más de un líder imprevisible y locuaz, pero para otros es algo que puede suceder.
Por encima de la retórica y de la bravuconada analicemos qué posibilidades existen realmente de terminar el conflicto de Ucrania rápidamente, aunque lleve un plazo mayor a 24 horas.
Un conflicto armado se termina básicamente de tres maneras: La primera es ganando la guerra al oponente, la segunda es por medio de negociaciones y la tercera es capitulando, es decir entregándose al oponente.
La primera opción de que un país como Ucrania pueda vencer la guerra a una potencia como Rusia es totalmente imposible, salvo una intervención directa de los Estados Unidos, lo que puede llevarnos a una guerra nuclear.
La segunda opción de negociar la paz también es muy difícil porque ambos bandos tienen posiciones radicalmente opuestas. Mientras Ucrania y sus aliados exigen el retiro de Rusia de todos los territorios ocupados para negociar la paz, Rusia no solo no está dispuesta a hacerlo, sino además exige una posición neutral de Ucrania y el compromiso de que nunca entraría a la OTAN.
La tercera opción es la rendición de Ucrania, es decir aceptar las condiciones de Rusia, teniendo en cuenta que la posición en el campo de batalla es cada vez más desfavorable y en la medida en que se demore un acuerdo se corre el riesgo de que Rusia vaya ocupando cada vez más territorio.
Pero la rendición de Ucrania tendrá la fuerte oposición de los mismos ucranianos y de los países europeos que se verán cada vez más amenazados por una Rusia victoriosa.
Esta rendición, y el abandono del apoyo por parte de los Estados Unidos generará un enorme temor en los otros aliados que hoy sienten su seguridad protegida bajo el paraguas norteamericano.
Estos países iniciarán una carrera para tener una bomba atómica que lamentablemente parece ser la única manera de tener seguridad. Potencias económicas como Japón, Corea del Sur, Taiwán y varios países europeos se verán tentados a desarrollar ese arsenal letal. Pareciera que las tres opciones son malas y como decía ese viejo zorro de la política internacional Henry Kissinger “cuando no hay opciones se aclara el panorama”.
Parece que la única opción para detener la guerra sin que “aparentemente” haya vencedores ni vencidos, es un armisticio y que cada parte se quede con los territorios que hoy están ocupados. Eso es lo que ocurrió en la guerra de Corea en el año 1953, cuando luego de tres años de conflicto se firmó el armisticio que fue un simple cese del fuego, la división de las dos Coreas en el paralelo 38 y la creación de una zona desmilitarizada de unos 4 km de ancho. Ya pasaron 71 años de aquel armisticio y nunca pudo negociarse una paz y una reunificación de las dos Coreas. Tal vez esta sea la única manera de tener paz en 24 horas.
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