De Fernández Arévalos a Mbururu
La semana pasada, ante el fallecimiento del doctor Evelio Fernández Arévalos, amplios sectores de la sociedad paraguaya expresaron su pesar, su admiración y su reconocimiento a una personalidad que tuvo una trayectoria impecable en la política, en el Derecho y en el mundo intelectual.
Ese reconocimiento ha sido ampliamente merecido, pero no puedo negar que me ha dejado un sabor amargo el escuchar a actuales políticos salpicados por hechos de corrupción e intelectualmente muy limitados, cantar loas a la honestidad y a la capacidad del fallecido.
La desaparición de una personalidad tan destacada como el doctor Fernández Arévalos nos lleva indefectiblemente a comparar y a cuestionarnos.
Al comparar la calidad de los políticos que nos representaban en el inicio de la transición democrática en 1993 con la mayoría de los que nos representan actualmente, podemos observar una enorme diferencia tanto en lo intelectual como en lo moral. Ante este hecho tenemos que preguntarnos: ¿a qué se debe este deterioro?
Tuve la suerte de poder hablar con el doctor Fernández Arévalos sobre este tema y en algún momento de la conversación él me expresó que este deterioro era predecible cuando en nuestro país se aprobó, en el Código Electoral de 1990 y en la Constitución de 1992, la obligatoriedad de la elección de los candidatos por medio del voto directo en las internas de los partidos políticos.
Este voto directo reemplazó al anterior sistema de voto indirecto, donde los candidatos eran elegidos por los partidos políticos por medio de convenciones partidarias donde votaban los representantes de las bases.
Este cambio en el sistema de elección hizo que el candidato que quisiera ganar las elecciones internas tuviera que disponer de mucho dinero para financiar su campaña electoral, lo que ha empeorado aún más con el último cambio que instituyó el desbloqueo de las listas.
Con nuestro actual sistema electoral, personas como el doctor Evelio Fernández Arévalos jamás podrían ganar las internas de un partido político y jamás podrían llegar a ser senadores.
Soy consciente de que este tema del voto directo en las internas de los partidos político es extremadamente controversial, porque, por un lado, parece que es el sistema más democrático, pero, por otro lado, asocia directamente y crea una total dependencia de la representación política con el dinero.
Una persona puede estar extremadamente preparada para el cargo al que se postula, puede ser un luchador social de causas justas, pero jamás podrá ganarle las elecciones a alguien que tiene asegurado un amplio financiamiento.
El doctor José Antonio Moreno Ruffinelli me comentó que cuando se estudió el Código Electoral en el Congreso, en 1990, la votación sobre el voto directo terminó empatado y fue el presidente de la Cámara el que desempató y se aprobó el voto directo.
Este problema de la pésima calidad de la representación política es un problema que sufren casi todas las democracias del mundo, como muy bien se expone en el libro Cómo mueren las democracias, de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt.
En dicho libro se explica cómo la elección directa de los candidatos, sin pasar por algún tipo de filtro de los partidos políticos, hace que lleguen al poder personas famosas, sin preparación y poseedoras de mucho dinero. El triunfo de Donald Trump en los Estados Unidos es el mejor ejemplo.
El fallecimiento de una personalidad como la del doctor Evelio Fernández Arévalos, que fue un magnífico senador por tres periodos, pero que hoy, difícilmente podría ganar las elecciones a un candidato que baila en TikTok o que está preso, es algo que debe hacernos pensar.
Pensar hoy en un cambio de la Ley Electoral y en el futuro en un cambio constitucional.
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