Un 2022 desafiante

Los indicadores del Banco Central muestran un fuerte ritmo de recuperación de la economía paraguaya en lo que va del presente año. La caída del PIB de nuestro país había sido relativamente menor a la de otros países en el 2020, pero se sumaba a la recesión del 2019, por lo cual este renovado dinamismo económico era muy esperado.

Es más, la ola más importante del coronavirus la tuvimos en la primera mitad de este año, debido a la demora en la obtención de vacunas. Esto podría haber tenido un impacto económico y de salud muy negativo y las perspectivas no eran alentadoras en los primeros meses del año. La donación de vacunas por el Gobierno de EEUU y su efectiva aplicación fueron gravitantes para los resultados positivos que estamos observando actualmente. Esta recuperación es a pesar de que la sequía impactó la producción de soja y el bajo caudal del río Paraná redujo sustancialmente la producción de energía, ambos sectores con una participación importante en el PIB. En contrapartida, la exportación de carne vacuna tuvo un récord histórico, los precios de la soja volvieron a ubicarse en niveles del 2014 y la inversión pública se mantiene en niveles muy altos. Con todo esto, la economía paraguaya ha recuperado su nivel prepandemia.

Sin embargo, el próximo año se perfila desafiante. La recuperación de la economía mundial viene con un fuerte rebrote en la inflación. La Reserva Federal de EEUU ya inició su proceso de normalización monetaria y a corto plazo hará lo mismo el Banco Central de Europa. Hasta ahora hablan de ajustes graduales, con impacto moderado en los costos de financiamiento, especialmente en las tasas de largo plazo. De cualquier manera, tendremos un dólar fortaleciéndose que, sumado al menor crecimiento de China Continental, generan una presión bajista a los precios de commodities en adelante.

Por otro lado, el fuerte ajuste monetario implementado por el Banco Central del Brasil para controlar la inflación sumado a la incertidumbre de un año electoral, pondrán un freno a la economía brasileña que podría caer en una recesión y generarán una volatilidad en el valor del Real. Estos factores podrían impactar la demanda por los productos de la maquila, así como reducir el dinamismo del comercio fronterizo. Además, es poco probable que la Argentina modifique su política de tipos de cambio múltiples y con la apertura de la frontera, recrudecerá el contrabando de productos argentinos hacia nuestro país, afectando negativamente el comercio formal y la producción nacional. El gobierno debiera elevar una protesta por esta política cambiaria argentina, que actúa como una política de “empobrecer al vecino”, al hacer artificialmente más barato un mismo producto en un supermercado argentino respecto al precio en sus competidores formales en nuestro país, así como por el impuesto que pagan los argentinos por comprar productos en nuestro país con sus tarjetas de crédito. Esto es relevante ahora que la Argentina debe renegociar su deuda con el FMI, ente encargado de velar por evitar este tipo de políticas.

A nivel interno, hasta ahora las lluvias han sido adecuadas para el desarrollo de la soja. Por su importancia en la economía, una buena producción es fundamental debido a que los precios de exportación serán menores. En nuestras proyecciones, estamos considerando una cosecha similar al de la última zafra, además de una recuperación en la producción de energía. Por otro lado, las políticas fiscal y monetaria están en un necesario proceso de normalización que reducirá su impulso a la actividad económica, aunque estimamos que la construcción privada continuará su dinamismo actual.

El 2022 se perfila como un año económicamente desafiante, por la combinación de factores externos menos favorables y el proceso de normalización de las políticas económicas internas. Además, no podemos descartar una nueva ola de Covid-19 por el bajo índice de vacunación. Ante este panorama, es importante que el Congreso apruebe un presupuesto razonable y austero, y, considerando que el ciclo electoral con miras al 2023 ya está en marcha, es fundamental que la política no genere perturbaciones que afecten negativamente las expectativas, para que la economía crezca y genere empleos.

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