Recesión + Inflación Alta

Muy tempranamente se vislumbra un año económicamente muy difícil para la gran mayoría de los paraguayos. Hay un cambio radical en las perspectivas como resultado de hechos exógenos, internos y externos, que afectarán la economía en los próximos meses.

Por un lado, este año tendremos una recesión económica. La sequía impactó severamente la cosecha de soja. Las estimaciones indican que la caída de la producción será de alrededor del 60% respecto al año pasado, lo que representará una reducción en los ingresos del sector en alrededor USD 2.500 millones e impactos directos en el uso de servicios como transporte terrestre, la industria procesadora, puertos, transporte fluvial, etc. Asimismo, los productores reducirán sus inversiones en maquinarias, camiones, vehículos, etc. y la compra de bienes y servicios de consumo, afectando colateralmente a otros sectores económicos. A esto se suma la reciente invasión de Rusia a Ucrania y las sanciones económicas aplicadas en represalia a Rusia por EEUU y la Unión Europea. Las exportaciones de carne de nuestro país a Rusia alcanzaron alrededor de 80 mil toneladas el año 2021. Encontrar mercados alternativos en condiciones similares es difícil en el corto plazo y los frigoríficos prudentemente suspendieron los envíos a Rusia por los riesgos involucrados. Además, redujeron los precios y sus compras de ganado en las últimas semanas, cuyos efectos en la actividad económica se suman a los de la sequía. Según nuestras proyecciones, el PIB caerá en alrededor del 2% este año, la recesión más importante en más de dos décadas.

Por otro lado, a pesar del año fuertemente recesivo, la tasa de inflación seguirá alta. La principal causa es el continuo incremento en los precios internacionales de las materias primas agrícolas, metales y energía; que vienen desarrollándose desde el año pasado. Este efecto puede notarse en la diferencia entre la inflación de bienes transables que alcanzó el 11,5% interanual en febrero y la inflación de los bienes no transables (distintos tipos de servicios al consumidor final) que tuvo una variación interanual del 4,3% a febrero. Los precios de las materias primas pegaron otro salto por efecto de la guerra Rusia-Ucrania, con lo cual el actual ritmo de inflación se mantendría en los próximos meses y, a través del reajuste del salario mínimo, impactará también en los precios de los bienes no transables, extendiendo el período de convergencia a la meta de inflación del BCP. Nuestras proyecciones indican que la inflación cerraría este año en alrededor del 7%.

Esta combinación de recesión más inflación alta es difícil de combatir con una política económica anticíclica. Las finanzas públicas vienen convergiendo de un déficit alto, que el año pasado cerró en un 3,7% del PIB. En el presupuesto actual se fijó un tope del 3%, de difícil cumplimiento porque los ingresos fiscales serán afectados por la situación económica y no hay margen para aumentar la inversión pública. Por otro lado, la política monetaria está en una encrucijada. La inflación alta teóricamente requiere más incrementos de las tasas de interés para reducir la demanda agregada, profundizar la recesión, inducir una entrada de capitales especulativos para bajar la cotización del dólar y así moderar la presión inflacionaria. Sin embargo, las causas de la inflación son exógenas. Además, la recesión económica ya generada por la sequía inducirá a una caída sustancial en la demanda agregada que reducirá significativamente el déficit emergente en la balanza comercial, así como la presión inflacionaria en los bienes no transables. Por lo tanto, por las características transitorias del shock climático, sería mejor recalibrar la política monetaria, utilizar reservas para cerrar la brecha en el mercado de divisas, acotar el incremento del dólar y así morigerar la inflación de los bienes transables, al mismo tiempo de moderar los aumentos de tasas de interés para no profundizar la recesión.

Este año será difícil porque los choques son diversos, muy fuertes y no hay margen en las políticas públicas para contrapesarlas. Para colmo, la disputa electoral está al rojo vivo y no colabora en nada. Pero, con decisiones sensatas pasaremos la tormenta y el próximo año, con un buen clima, la economía tendrá un rebote como en ocasiones anteriores.

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