Sistema de protección social. ¿Por qué fracasan en la región y en el Paraguay?

Experto plantea un sistema de pensiones basado en ingresos, de alcance universal y de aporte permanente

Un sistema de pensiones basado en los ingresos y no en los salarios, que alcance a toda la población trabajadora y no solo a los que están en relación de dependencia de una empresa, y que establezca un aporte permanente y no solo durante los años en que el empleado se encuentra laboralmente activo, es el modelo que propone el economista mexicano y especialista en Protección Social, Santiago Levy, como alternativa a los sistemas asimétricos y poco eficientes que rigen en la mayoría de los países latinoamericanos, incluido el de Paraguay.

Levy realizó estas declaraciones durante su participación en el programa Plaza Pública DENDE, moderado por Yan Speranza, en ocasión de su visita a nuestro país para la presentación del informe denominado “Políticas de protección social y laboral: Evidencias y desafíos para Paraguay”.

El también investigador senior del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), explicó que los sistemas de protección social de América Latina, creados entre 1920 y 1940, están basados en una ley importada de Europa, que opera bajo bajo el concepto del trabajador en una relación de dependencia con la empresa, que está obligada a brindarle ciertas prestaciones sociales, como seguro de salud, pensión de retiro, entre otras.

Manifestó que estas legislaciones de sistemas contributivos de protección social nacieron con la expectativa de que los países latinoamericanos tendrían procesos de urbanización e industrialización y eventualmente toda la población trabajadora iba a tener una relación de dependencia, iba a ser asalariada y los sistemas iban a tener cobertura universal.

Si bien esto se dio más o menos entre los 50 y los 70, en los 80 se produjo una gran crisis y a partir de entonces en casi todos los países de la región la cobertura se estancó. La consecuencia es que actualmente la mitad de la Población Económicamente Activa (PEA) queda excluida de las prestaciones del sistema legal de protección social, como los que trabajan por cuenta propia, en el medio rural o en empresas pequeñas o familiares. Agregó que la cobertura tampoco llega al 100% para aquellos en relación de dependencia, porque hay muchos incentivos para evadir y es muy difícil fiscalizar a todas las empresas debido a su tamaño.

Añadió que, ante esta situación, la mayor parte de los países de América Latina complementaron estos sistemas contributivos con otros mecanismos de protección social para la población que quedaba excluida, creándose de facto sistemas paralelos de protección social financiados con recursos del Estado. “En Paraguay, por ejemplo, empezaron a desarrollar un sistema paralelo de salud, administrado no por su IPS, sino por su Ministerio de Salud y han gastado recursos públicos en el desarrollo de sistemas de salud con la intención de darle ciertos servicios de salud a la población excluida del sistema contributivo”, indicó.

El especialista dijo que la mayor parte de los esfuerzos que se han hecho en las últimas dos décadas no han sido tanto en modificar los sistemas contributivos en su raíz, sino en crear un pilar no contributivo. A ello sumó el hecho de que el cambio tecnológico está creando nuevas formas de organización y de asociación entre trabajadores y empresas, y las formas de participación en el mercado laboral están cambiando. “La idea de que el trabajador va a trabajar de lunes a viernes, de 8 de la mañana a 5 de la tarde, en el mismo lugar fijo, está evolucionando, y hay muchos empleos en donde ni siquiera es obvio que existe la relación de dependencia entre la empresa y el trabajador”, ejemplificó.

Se pierde por partida doble

Señaló que en general, los trabajadores de más altos salarios son los que acumulan más años de formalidad y son los que tienen mayores probabilidades de jubilarse, y los trabajadores de menores salarios son los que acumulan menos años de formalidad y los que tienen menos probabilidad de jubilarse.

Los problemas de ineficacia se ahondan debido a la rigidez de las leyes laborales de nuestros países, que impiden el crecimiento de las empresas familiares, ya que elevan entre el 30 y el 35% el costo laboral al pasarse a la formalidad, lo que finalmente impacta en la productividad e imposibilita que los salarios de los trabajadores crezcan, indicó.

“Estamos perdiendo por partida doble; por un lado, teniendo sistemas de protección social que no son tan eficaces como deberían ser, porque no están protegiendo de la manera que deberían, y, por otro, estamos en parte pagando un costo en productividad, porque no estamos creciendo tan rápidamente”, redondeó.

Poner el foco en el componente contributivo

Planteó actualizar toda la arquitectura del sistema de protección social de nuestros países, atendiendo la distancia creciente entre nuestras leyes y la dinámica del mercado laboral, llevando al incumplimiento de los objetivos de redistribución y los deseos de protección que se pensaron inicialmente.

Como alternativa válida, mencionó el caso de Brasil, país que separó su sistema contributivo del de salud y creó el Sistema de Salud Universal, donde la salud es un derecho ciudadano, independientemente de si trabajan por cuenta propia o si son asalariados.

También resaltó el caso de Bolivia, donde se constituyó una pensión universal, que asegura un piso mínimo de ingresos a toda la población de mayor edad, independientemente de su historia laboral previa. Sin embargo, admitió que esta alternativa es insuficiente, porque esas pensiones deben de ser modestas, fiscalmente es caro hacerlo, y no pone el foco en el componente contributivo, que es el aspecto que Latinoamérica debe arreglar.

“Entonces, ¿qué quisieras? Un sistema de pensiones de retiro en donde independientemente de cómo participas en el mercado laboral, siempre contribuyes; no solamente cuando estás empleado como asalariado, sino que contribuyas siempre. Y eso implica cierta agilidad mental para decir: la base de la pensión no debe ser el salario, la base de la pensión debe ser el ingreso, independientemente de cómo lo generaste. Si hacemos ese cambiecito de palabra de salario a ingreso, el obligado a contribuir ya no es el asalariado, sino todo el trabajador que genera ingresos, el universo completo”, planteó.

“Queremos sociedades incluyentes y prósperas, eso requiere de sistemas de protección social incluyentes del cual todos seamos parte y requiere de sociedades productivas. Ese es el gran desiderátum de la región: crecer con inclusión social. Si pudiéramos tener ese diálogo abriría el espacio para poder empezar juntos a construir una solución”, alentó.

Por su parte, Yan Speranza manifestó que hay que reconfigurar el sistema y que de alguna manera se compadezca más de nuestra dinámica laboral, porque hay fuerza de la tecnología, inteligencia artificial y la propia dinámica nuestra que hacen que este va a ser el escenario sobre el cual hay que construir otro nuevo sistema de protección social.

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