Paraguay paralizado en un Mercosur sin rumbo

Este año estamos recordando el 30 aniversario de la firma del Tratado de Asunción que hizo posible la creación del Mercado Común del Sur (Mercosur).

En ese momento, recién había caído el muro de Berlín y Estados Unidos había quedado como la única superpotencia económica y militar. Parecía que el mundo iba a encaminarse hacia un largo periodo de paz, bajo la democracia liberal en lo político y el libre comercio en lo económico.

Con ese mundo como telón de fondo, el Brasil y la Argentina para dejar atrás el largo periodo de confrontación, sus presidentes democráticos Sarney y Alfonsín decidieron firmar un acuerdo de cooperación, que fue la base para la posterior creación del Mercosur.

Para esta acta fundacional las dos economías más grandes de la región (Brasil y Argentina) decidieron invitar a los dos países vecinos que tenían las economías más pequeñas de la región (Uruguay y Paraguay) y con los cuatro países se constituyó el Mercosur.

Este acuerdo nació con enormes expectativas, muchas de ellas absolutamente irracionales, como por ejemplo, el de realizar en menos de 5 años, un proceso que a Europa le llevó más de 40 años.

Este acuerdo nació con una enorme asimetría entre sus países miembros. El Brasil tenía el 80% de la población y el 75% del PIB, la Argentina el 17% y el 20% y los dos socios más pequeños juntos, solamente el 3% y el 5% respectivamente.

En los primeros años el acuerdo fue muy exitoso, el mercado ampliado fue muy atractivo para importantes inversionistas extranjeros, varias empresas automotrices comenzaron a integrar a nivel regional sus cadenas de producción y el comercio entre los miembros se quintuplicó.

Hasta que en el año 1998, producto de la crisis financiera en el Asia y en Rusia los capitales internacionales se retiraron masivamente de los países emergentes y todas sus monedas sufrieron una enorme devaluación.

Al Brasil esta crisis le afectó enormemente y su moneda –el real– fue devaluada en forma significativa sin ninguna coordinación previa con sus socios del Mercosur. Ese fue el final del proyecto económico y de libre comercio.

Durante varios años el Mercosur deambuló sin rumbo hasta que la llegada al poder de Lula en el Brasil y los Kirchner en la Argentina –sumado al boom de los commodities– hizo que los temas económicos pasaran a un segundo plano y el Mercosur se reconvirtiera de un bloque económico a un bloque político y social, de izquierda.

Este bloque político empezó a resquebrajarse con la suspensión del Paraguay por el juicio político a Lugo y con el ingreso –por la ventana– de una desprestigiada Venezuela.

Con la llegada al poder de Temer/Bolsonaro en el Brasil y Macri en la Argentina el bloque tuvo un giro ideológico a la derecha. En lo político, con la suspensión de Venezuela y en lo económico, con el acuerdo con la Unión Europea después de… ¡20 años de negociaciones!

Ahora el Mercosur se encuentra en el peor momento de su historia, con Bolsonaro en el Brasil y con Fernández en la Argentina, los dos grandes socios se encuentran en la antípoda política, uno a la derecha y el otro a la izquierda. Sumado a esto, existe una enorme enemistad personal entre ambos presidentes, lo cual hace que el Mercosur se encuentre sin rumbo. Hoy no es ni un bloque económico ni es un bloque político, no es de derecha ni es de izquierda. En el medio de este laberinto el Paraguay está paralizado, debido a nuestra indefinición en los grandes temas internacionales que nos afectan: La relación con China, el Anexo C de Itaipu, y nuestra posición en el Mercosur.

Con respecto a este último punto, hay que reconocer que el sueño de un “mercado común” ha fracasado y que el único esquema de integración posible entre países económicamente tan asimétricos y políticamente tan cambiantes, es solamente una “zona de libre comercio”.

Para desarrollarnos lo necesitamos. Impulsemos ese cambio.

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