Líderes o gerentes

La semana pasada tuve la oportunidad de participar en una interesante reunión con el ex presidente colombiano Iván Duque. En un momento de la misma le pedí su opinión sobre la afirmación que hacen muchos analistas políticos latinoamericanos, de que en nuestra región “la derecha tiene gestión, pero no tiene relato y la izquierda tiene relato, pero no tiene gestión”.

El ex presidente Duque estuvo de acuerdo con esa afirmación, pero me sorprendió cuando explicó que él se consideraba un gestor, debido a que en su formación académica tenía una maestría en Gerencia Pública en la Universidad de Georgetown.

Ser un gestor es ser un gerente, es decir estar metido en la planificación, el presupuesto, la organización y el control de los resultados, de una empresa o del propio Estado.

Un gerente permanentemente está mostrando números, presentando gráficos, analizando tendencias y tomando decisiones para corregir el rumbo, si fuera necesario.

Pero la presidencia de un país no es un cargo gerencial, es fundamentalmente un cargo político y la labor del político es persuadir, es convencer, es obtener apoyo, es emocionar.

Los grandes líderes tienen mensajes que emocionan, que transmiten un sueño y que invitan a la acción. El discurso de “sangre, esfuerzo, sudor y lágrima” de Churchill; el de “yo tuve un sueño” de Luther King; el de “elegimos ir a la Luna en esta década” de Kennedy, fueron mensajes de una gran emotividad, que transmitían un sueño e invitaban a la acción.

El sicólogo Daniel López Rosetti, en su libro Emoción y Sentimientos, dice que los humanos no somos seres racionales, somos seres emocionales que razonan.

Por eso el líder es aquel que llega a la gente por la emoción mientras que el gerente llega por la razón; el líder es aquel que transmite un sueño mientras que el gerente planifica para que ese sueño sea realidad; el líder es aquel que consigue los apoyos políticos para alcanzar el sueño mientras que el gerente consigue los recursos financieros para implementar el plan.

Yo que estoy en varias organizaciones empresariales y de la sociedad civil, veo cómo generalmente en la empresa hay exceso de gerenciamiento, pero escasez de liderazgo; mientras que en la sociedad civil hay exceso de liderazgo, pero escasez de gerenciamiento.

En una población como la latinoamericana altamente emocional y con una mayoría con bajo nivel de educación, los discursos racionales que hablan de estabilidad macroeconómica o de reformas del Estado no entusiasman a la gente.

Sí entusiasman los discursos emocionales, algunas veces populistas e incluso irracionales, donde se promete hambre cero, eliminación de la pobreza, salud gratuita, etc.

Si queremos progresar tenemos que desterrar de nuestro vocabulario la letra “o” que separa y divide, tenemos que usar siempre la letra “y” la que une, integra y sintetiza.

Si queremos salir de la situación de atraso en que vivimos casi todas las naciones latinoamericanas: debemos tener lideres y también gerentes, debemos tener un sueño que nos emocione y debemos tener planes realistas para llevarlo adelante.

Por falta de un relato que emocione se fue Macri y vino Fernández en la Argentina; se fue Piñera y vino Boric en Chile; se fue Duque y vino Petro en Colombia.

En nuestro país, el presidente Mario Abdo, en un reportaje, reconoció que debido a la pandemia y a los problemas climáticos que hemos sufrido él se concentró en la gestión y que habló muy poco.

Ha sido un error, porque el presidente es un líder y su herramienta de trabajo es la comunicación. Para la gestión debe tener un equipo, donde juntos, líderes y gerentes, forman lo que mi amigo Andrés Silva define como “equipazgo”.

Esperemos que los candidatos a presidente del país comprendan que solamente con líderes y gerentes trabajando en equipo podremos salir adelante.

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