El transporte público
César Barreto Otazú
Dentro de las tantas crisis que estamos enfrentando, esta semana se sumó la del transporte público, con amenazas de paro por parte de los empresarios transportistas si el Poder Ejecutivo no determina un reajuste del pasaje. El transporte público de pasajeros es un servicio esencial para la ciudadanía, por lo cual merece un análisis juicioso, serio y responsable para la toma de decisiones adecuadas que permitan, además de su normal funcionamiento, una mejora de la calidad del servicio en favor de la gente.
Es importante comprender las características del sistema de transporte público de pasajeros. Está diseñado en función al flujo de viajes que realizan las personas entre los distintos puntos del área metropolitana de Asunción, en función a sus centros de interés, principalmente entre sus hogares y lugares de trabajo y, las distancias de estos viajes. En base a este flujo de viajes, se diseñan distintos recorridos que puedan ajustarse lo mejor posible a la demanda. Adicionalmente, se estima la cantidad de personas que viajan en cada recorrido, en que días, horarios, etc., de tal manera a dimensionar la capacidad requerida de transporte, o sea, cuántos buses se requieren en cada horario para satisfacer la demanda con cierta calidad del servicio. Una flota de buses tiene costos fijos (inversión, administración, remuneraciones, etc.) y variables (combustibles, repuestos, etc.) en que se incurren en la medida en que los buses entran en movimiento.
Las estimaciones del número de usuarios se hacen normalmente en base a estudios de campo. Sin embargo, en los últimos meses hemos dado un gran paso con la implementación del billetaje electrónico, que nos permite tener números precisos en lugar de estimaciones. Además de generar transparencia, esto hace posible rediseñar el sistema para mejorar la calidad del servicio para la ciudadanía, con costos transparentes y adecuados a la calidad. Pero su implementación en estos meses de pandemia restringe aún la utilidad de las informaciones generadas, porque la cantidad de viajes es menor al que se observaría una vez que se recupere la normalidad. Debemos ser cautos en la interpretación de estos datos como parámetros estructurales, pero sí son muy importantes para determinar condiciones financieras mínimas por un período transitorio, para que el sistema pueda funcionar normalmente a pesar del menor volumen de viajes. Un funcionamiento normal del sistema requiere que los buses realicen el recorrido durante el horario de cobertura, lo cual implica que necesariamente se incurrirá en costos variables a pesar de que la cantidad de usuarios transportados sea inferior a los parámetros utilizados en la determinación del pasaje. Esto debe ser considerado por parte de las autoridades, para evitar una quiebra financiera del sistema que podría llevar a una catastrófica interrupción del servicio a los usuarios.
Por otro lado, los principales componentes de la estructura de costos del servicio son importados. El precio del combustible, insumo fundamental de uso diario, depende de los vaivenes del precio internacional del petróleo y de la cotización del dólar. Ambos factores volátiles y fuera de nuestro control que generan una alta variabilidad en el costo del servicio. Para reducir esta dependencia y volatilidad, debemos avanzar hacia un sistema de transporte eléctrico, tal vez en una primera etapa basada en buses eléctricos, y utilizar nuestra alta disponibilidad de energía eléctrica, cuyo costo es más estable e incluso es ambientalmente más sustentable.
Finalmente, es necesario reconocer que la pandemia ha impactado sustancialmente las condiciones de prestación del servicio y que la estructura de costos tiene componentes de alta volatilidad. Por otro lado, la alta vulnerabilidad de los usuarios, cuyos ingresos se determinan día a día, no se ha recuperado aún de los efectos de la pandemia. Por lo tanto, no sería razonable aumentar el pasaje a los usuarios, pero es necesario reconocer que los costos unitarios del servicio son más altos y deben ser compensados a los operadores para que el servicio pueda continuar de manera normal. Esto requerirá asignar recursos públicos para subsidiar a los usuarios pero, dadas las circunstancias, es lo más razonable.
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