El aumento del dólar

Una noticia recurrente en los últimos meses es el aumento de la cotización del dólar. Es un precio de alta relevancia para la gente, y su comportamiento se utiliza como termómetro de la situación económica del país. En esta oportunidad, el dólar mayorista alcanzó G. 8.000, superando ampliamente los picos históricos alcanzados en los años 2002 y 2003, en medio de una crisis económica, social, fiscal y financiera que sigue latente en el imaginario colectivo y ha encendido nuevamente todas las alarmas. Desde entonces, hubo grandes fluctuaciones en el valor del dólar, bajando en los años siguientes a niveles de G. 3.850 en el 2011, para desde allí empezar a subir nuevamente de manera persistente. Sin embargo, aunque hay factores que explican una presión alcista, no se esperaba que supere este año los G. 8.000, pero lo hizo.

Los modelos de determinación del tipo de cambio incorporan los fundamentos principales que afectan el valor de equilibrio de una moneda en términos reales y nominales, pero carecemos de modelos precisos para proyectar valores específicos del tipo de cambio en un momento determinado, ya que muchas variables no son observables. Además, el proceso de ajuste hacia el equilibrio, como ocurre con todo precio de activo, responde a cambios en las percepciones y expectativas respecto al mismo precio en el futuro, generando ofertas y demandas especulativas que impactan en los precios actuales.

Si las expectativas tienen fundamentos, estos ajustes anticipados de precios persisten en el tiempo y, si no los tienen o son expectativas erróneas, estas se disipan, generando volatilidad en el corto plazo. En cualquier caso, generan pérdidas o ganancias para quienes hayan operado de manera especulativa. Por lo tanto, en tiempos económicos/políticos normales, el tipo de cambio o su trayectoria son normalmente estables y predecibles; pero cuando hay shocks recurrentes, se incrementa la volatilidad, como ha sido el caso en los últimos años. En países con mercados financieros poco desarrollados, los bancos centrales cumplen un rol estabilizador del tipo de cambio alrededor de sus estimaciones de valor de equilibrio, interviniendo para cortar lo que consideran picos especulativos, entregando con ello información al mercado y, así, limitando la volatilidad y reduciendo la incertidumbre.

El comportamiento del dólar en los últimos 20 años tiene sus explicaciones. En el 2002, alcanzó picos que reflejaban una alta incertidumbre sobre el futuro económico del país y de la región, incertidumbre que se disipó posteriormente con las reformas emprendidas por Nicanor Duarte Frutos en nuestro país y por la política de estabilización económica encarada por Lula Da Silva en Brasil. A esto se sumaron el flujo de capitales hacia países emergentes y la depreciación del dólar, causada por la baja en las tasas de la FED y el aumento de precios de commodities impulsado por la demanda de China. Estos factores fortalecieron las monedas de países emergentes, incluido el guaraní. Sin embargo, el escenario internacional comenzó a cambiar en 2014: los precios de commodities bajaron drásticamente y la FED inició la normalización de su tasa de interés, interrumpida por la pandemia en 2020 y reiniciada en 2022. Estos factores implican escasez de dólares, un dólar fortalecido y monedas emergentes más débiles.

La política macroeconómica de nuestro país es ordenada, lo cual ancla el valor del guaraní. El mercado cambiario es libre y constituye un mecanismo de ajuste importante para mitigar el impacto de los choques económicos en el empleo. El guaraní se ha depreciado en los últimos años, pero esto ha sido efecto del comportamiento de los fundamentos mencionados. A futuro, en el contexto internacional actual, la presión alcista del dólar continuará y podría reforzarse el próximo año si el fenómeno de La Niña afecta el período crítico de la soja, principal fuente de dólares. Las personas o empresas que no tienen ingresos en dólares no deben asumir deudas en esa moneda; deberían ajustar rápidamente los precios de sus productos importados para mitigar el impacto en los márgenes y utilizar coberturas cambiarias para exposiciones de corto plazo.

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