Panorama mundial y política fiscal

“La economía global está experimentando una serie de desafíos turbulentos”, empieza diciendo el reciente informe sobre las Perspectivas de la Economía Mundial del Fondo Monetario Internacional (FMI), entidad que típicamente es optimista en sus proyecciones.

El informe agrega que este conjunto de factores incluye la tasa de inflación más alta en cuatro décadas en varios países desarrollados; condiciones financieras restrictivas en varias regiones del mundo; la invasión de Rusia a Ucrania; la pandemia que sigue golpeando a algunas regiones importantes como China; etc. Así, el FMI redujo sus proyecciones de crecimiento mundial para el 2023 al 2,7%, casi un punto porcentual menos que lo proyectado en abril último, y declara que los riesgos son principalmente a la baja, es decir, probablemente el crecimiento será incluso menor. Debemos tomar muy en serio estas alertas e incorporar una importante dosis de prudencia en nuestras decisiones principalmente en el sector público, como también en el privado, considerando la difícil coyuntura interna que en paralelo estamos atravesando en nuestro país.

Para combatir la alta inflación está en proceso un fuerte ajuste monetario, tanto en EEUU como Europa y en casi todos los demás países del mundo. La tasa de política monetaria de la Reserva Federal de EEUU está en 3.25% anual actualmente y alcanzaría niveles del 4.5-5.0% en los próximos meses; un poco más rezagada, la tasa del Banco Central Europeo (BCE) está en 0.75% y las proyecciones la ubican en un 3.0% en los siguientes meses. A consecuencia de estos ajustes, se incrementaron las tasas de interés de largo plazo y el dólar se ha fortalecido frente a casi todas las monedas del mundo, modificando sustancialmente las condiciones financieras para las economías emergentes y en desarrollo, tanto para nuevos financiamientos como para el rollover de los vencimientos de los próximos años. Por el lado de los commodities, que siguen afectados por la guerra Rusia-Ucrania, los precios han bajado de los picos observados en el primer semestre del año pero permanecen en niveles relativamente elevados con relación a los años anteriores.

Los impactos a nivel local de estos cambios en la economía global ya se empiezan a observar y se extenderán por todo el año 2023. Los precios futuros de la soja en la bolsa de Chicago permanecen en alrededor de USD 500 la tonelada para la próxima zafra, si bien es más bajo que lo observado este año, sigue siendo muy positivo. Si el clima acompaña y la cosecha es buena, la economía experimentará un rebote y el ingreso adicional de divisas permitiría mitigar el difícil escenario internacional que se presagia. Si tenemos sequía y la cosecha es baja nuevamente, la situación será muy difícil, porque será necesario corregir el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos que este año superará el 5% del PIB, un nivel muy elevado. Por el lado financiero, la situación está más complicada. La tasa de rendimiento del bono soberano de nuestro país, con vencimiento al 2033, subió del 3% anual observado hace un año a alrededor del 6,5% en los últimos días. Es un aumento sustancial en el costo de financiamiento del déficit fiscal y de la inversión pública para los próximos años. Los riesgos de renovación a corto plazo son bajos gracias al rollover anticipado de los vencimientos del 2023 hecha por Hacienda en los últimos dos años. Por otro lado, el costo de fondos en dólares del exterior para el sector privado también se incrementó concomitantemente.

El financiamiento internacional es vital para la inversión y el desarrollo del país en la próxima década. Un elemento que mitigaría el aumento del costo es alcanzar el grado de inversión en la calificación de riesgo soberano del país. Para ello es fundamental que los parlamentarios se abstraigan del electoralismo, eviten las ampliaciones y aprueben un presupuesto con un déficit máximo del 2,3% del PIB y que el nuevo gobierno que asuma en agosto próximo ratifique la convergencia a la Ley de Responsabilidad Fiscal vigente en el 2024 y avance con las reformas que permitan mejorar la calidad del gasto público. Estamos en un punto de inflexión en el proceso de desarrollo del país, esperemos que nuestros representantes, los congresistas, estén a la altura de las circunstancias.

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