El imprescindible diálogo social

En estos primeros cien días del gobierno de Peña explotaron diversos problemas que el Paraguay viene incubando desde hace tiempo, algunos tuvieron que ver con la política exterior y otros con la política doméstica.

En lo externo lo más grave ha sido el conflicto con la Argentina, que comenzó con el peaje en la hidrovía, que escaló con la situación de Yacyretá y que culminó con un enfrentamiento casi personal de nuestro presidente con el candidato Sergio Massa.

Con los Estados Unidos la relación ya se encontraba enturbiada por las sanciones a Horacio Cartes, pero el intento del gobierno de Peña de iniciar una diplomacia paralela con el Congreso norteamericano en lugar de hacerlo con el Poder Ejecutivo que es el que maneja la política exterior, solo puede enturbiarla aún más.

Con el Brasil, si bien existe una buena relación personal de nuestro presidente con Lula, la aprobación del nuevo Anexo C depende del Congreso brasileño, donde cada vez existe mayor oposición a hacer concesiones al Paraguay.

En lo interno, los efectos del cambio climático están golpeando con muchísima fuerza a nuestro país con sequía en el Chaco, con inundaciones en la región Oriental y con devastadoras tormentas en diversas zonas del país.

En lo político, la situación no es más tranquila a pesar de tener el gobierno una amplia mayoría en ambas Cámaras del Congreso. El conflicto desatado por el escándalo de la “extorsión” al presidente para la aprobación del Presupuesto General de la Nación nos demuestra que por debajo de la aparente unidad existen grandes diferencias.

Si ya han surgido diferencias por temas relativamente menores, me imagino que irán en aumento cuando se quiera avanzar en la agenda de reformas que tiene el gobierno de Peña. Las reformas en el servicio civil, en la caja fiscal, en el sistema jubilatorio, en los servicios de salud y, sobre todo, en la educación.

Los desafíos que enfrentará el actual gobierno serán muy grandes y para afrontarlos con éxito necesitará de una mayoría parlamentaria, pero también de un amplio apoyo ciudadano.

En el inicio de su mandato Santiago Peña tenía muy clara esta necesidad, cuando repetía una y otra vez que él fue votado solamente por el 42,74 por ciento de los paraguayos y que con su gestión debía conquistar a la mayoría que no lo votó.

Para la obtención de ese apoyo es imprescindible la participación, la cual está consagrada en nuestra Constitución Nacional que en su artículo primero dice: “La República del Paraguay adopta para su gobierno la democracia representativa, participativa y pluralista”.

Para que una formal participación ciudadana pueda ocurrir deben construirse “espacios” de encuentro entre los diversos sectores de la sociedad civil, de manera que en los mismos pueda producirse el diálogo social, única vía para la construcción de consensos.

En este punto no debemos inventar la rueda. En muchos países se han creado diversos espacios bajo la figura de Consejos Económicos Sociales –con diferentes modalidades– que han servido de plataforma permanente y formal para concretar ese diálogo social tan necesario. En casi todos estos países estos Consejos son consultivos del Poder Ejecutivo, aunque su opinión no es vinculante, tiene un peso importante en la decisión política finalmente adoptada.

Aquí en el Paraguay hubo un intento de avanzar en la construcción de este tipo de espacio con la creación del Equipo Nacional de Estrategia País (ENEP) en el año 2008, pero los sucesivos presidentes que hemos tenido –Lugo, Franco, Cartes y Abdo– no le han dado importancia a dicho espacio y luego desapareció.

Repetimos que en estos próximos cinco años el país tendrá por delante enormes retos y para poder superarlos se necesitará de una mayoría en el Congreso, pero también de un amplio consenso ciudadano.

Para eso, la creación de una plataforma para el diálogo social es imprescindible.

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