Atraer o repeler inversiones
La semana pasada se realizó en nuestro país un importante foro de inversiones, denominado Paraguay Invest, que nucleó a aproximadamente dos mil personas, provenientes de 146 países.
Un foro como el realizado es de gran importancia para un país como el nuestro, pequeño económicamente y muy poco conocido en el mercado internacional.
En un mundo global como el de hoy, la integración al mundo es imprescindible para lograr el desarrollo, porque allí se encuentran los capitales para invertir, las tecnologías para producir y los mercados para vender.
El punto de partida del proceso de desarrollo es la inversión, porque es la palanca que hace posible el crecimiento económico, que a su vez es la fuente de generación de empleo y, consecuentemente, la única manera sustentable de reducir la pobreza.
Pero en este mundo global, donde los capitales pueden moverse de un lugar a otro en segundos, la disputa entre los países para atraer las inversiones es muy grande.
En esta competencia mundial por atraer inversiones la América Latina no sale muy bien parada en relación con otras regiones del mundo en desarrollo. En el año 2021, nuestra región ha recibido inversiones extranjeras por 88.000 millones de dólares, mientras que los países asiáticos en desarrollo recibieron seis veces más, con 538.000 millones de dólares.
A nivel regional, el Paraguay tampoco sale muy bien parado con respecto a otros países de nuestra zona. En el año 2021, el Paraguay recibió 522 millones de dólares de inversión extranjera mientras que Costa Rica recibió cinco veces más, con 2,7 mil millones de dólares y el Uruguay, quince veces más, con 8.000 millones de dólares, dos países más pequeños aún que el nuestro, pero con altos niveles de educación.
Según el periodista Andrés Oppenheimer, el mundo ya no se divide entre países capitalistas y comunistas como lo fue durante la Guerra Fría del siglo pasado. Hoy, el mundo se divide entre países que atraen inversiones y países que las repelen.
Cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial todos pensaban que la próxima región a desarrollarse iba a ser América Latina que, si bien era pobre, no había sido destruida por la guerra, tenía abundantes recursos naturales y una importante población descendiente de europeos… como los Estados Unidos.
Sin embargo, el Asia —que también era pobre— había sufrido la devastación de la Guerra Mundial, de dos bombas atómicas y de las guerras de Corea y Vietnam, con millones de muertos y con su infraestructura totalmente destruida.
Después de más de setenta años vemos que los resultados han sido totalmente diferentes. En América Latina se instalaron regímenes populistas que se concentraron en distribuir y no en producir; se concentraron en enfrentar a los países desarrollados en lugar de integrarse a ellos y crecer; y se concentraron en mirar al pasado y reclamar en lugar de mirar el futuro y construir el progreso.
Mientras tanto, los países asiáticos se integraron al mundo, recibieron ingentes inversiones extranjeras que les trajeron capital y tecnología, y han invadido los mercados europeos y norteamericanos con sus productos.
Hoy, las dos grandes potencias —que son China y Japón— sumadas a los cuatro tigres asiáticos —que son Corea, Taiwán, Hong Kong y Singapur— han constituido la zona económica más importante y pujante del mundo.
El Paraguay tiene que aprender de todas estas experiencias, atraer inversiones y seguir el camino que han recorrido los países que se han desarrollado. Ese camino se resume en cuatro acciones: inversión, inserción al mundo, innovación e inclusión social.
Pero tengamos en cuenta que, si ese es el camino a transitar, el único vehículo para llevarnos por él es educación, educación y más educación.
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