Dura tarea para Milei y los argentinos
La sociedad argentina optó por el cambio, ganó Milei y ahora le toca gobernar. Está por verse si su estilo de liderazgo alcanza para implementar las duras medidas necesarias para ordenar la economía, recuperar la confianza e impulsar la inversión y el crecimiento.
El cuadro de situación inicial es muy complejo. Una inflación interanual a octubre del 143%, alimentada continuamente por una emisión monetaria para financiar el déficit fiscal y contenida por una insostenible política de control de cambios y de precios así como por la emisión de bonos del banco central (Leliqs) cuyo saldo ya duplica al de la base monetaria y por el rezago en las tarifas de servicios públicos de empresas deficitarias. Además, las reservas internacionales netas del Banco Central son negativas o sea esta sin divisas, y para peor, la deuda a corto plazo con proveedores del exterior creció sustancialmente este año por la extensión forzosa de los plazos de pago por parte del Gobierno. El país no tiene acceso a financiamiento internacional y el FMI está esperando negociar un acuerdo de pago de su crédito de Usd 44 mil millones. Por otro lado, las proyecciones indican que el PIB tendría una caída de alrededor del 3% este año y el índice de pobreza supera el 40% de la población. Ante esta situación, el Presidente Milei ha indicado que el único camino posible es una estrategia de shock para ordenar la economía. La dolarización no es una opción. La motosierra es la herramienta apropiada, pero debe ser utilizada con inteligencia para minimizar los daños colaterales y tendrá que implementar medidas de protección a los segmentos más vulnerables de la población.
El componente central del plan de estabilización y ajuste estructural de la economía es eliminar el déficit fiscal, y con ello, el flujo de emisión monetaria para su financiamiento. En las condiciones actuales esto es solo posible con una reducción del gasto público en términos reales, manteniendo la presión tributaria. Para transmitir su determinación, Milei ha dicho que reduciría la inversión pública a cero si es necesario. Además, hay otras medidas importantes como el ajuste de tarifas de servicios públicos para eliminar el déficit de las empresas estatales y su requerimiento de fondos al tesoro. El déficit fiscal primario cerraría en torno al 2.8% del PIB este año. Esta es la magnitud de la tarea a realizar.
El segundo componente es desmontar el cepo cambiario. Sin embargo, el gran desequilibrio entre el stock de pasivos del banco central versus las reservas internacionales disponibles, obliga a hacerlo con prudencia. Si bien la corrección del déficit fiscal elimina la necesidad de emisión monetaria y un buen año agrícola equilibraría la cuenta corriente de la balanza de pagos el próximo año, una liberalización inmediata llevaría a un impredecible salto y excesiva volatilidad del tipo de cambio. Por lo tanto, lo más razonable sería optar por una política cambiaria de transición que funcione con dos tipos de cambio, uno para operaciones de cuenta corriente de la balanza de pagos, con una devaluación inicial y una evolución posterior con minidevaluaciones diarias; y otro tipo de cambio libre, para transacciones de movimiento de capitales. Una vez, con flujos y stocks equilibrados y cierto nivel de reservas internacionales, se podrán tomar decisiones permanentes sobre el régimen y la política monetaria del país.
El tercer componente está relacionado con las reformas necesarias para flexibilizar la economía y facilitar el proceso de reasignación de recursos para incrementar la inversión, expandir los sectores transables y reducir la dependencia de una demanda interna cada vez más insostenible, en su dinámica del crecimiento. Entre las reformas más importantes están la modernización de la regulación laboral y la apertura comercial externa del país.
La tarea es titánica. Si bien una buena cosecha y la creciente producción de gas y petróleo mitigarán los efectos recesivos de las medidas el próximo año, lo hará solo en parte, dada la magnitud de los ajustes. Además, la inflación se acelerará. Los argentinos tendrán menos empleo y menor poder adquisitivo en consecuencia. El Presidente Milei tendrá que convencerlos de que el sacrificio es necesario para estar mejor en los próximos años, con oportunidades y perspectivas de desarrollo para todos. Será difícil, pero ojalá lo logre.
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