Solo la concordia nos llevará al desarrollo

Después del ambiente de paz que vivimos en nuestro país en los días previos a la Navidad, rápidamente volvimos a ese ambiente de tensión, de enfrentamiento y de descalificación, que fue la constante todo el año pasado.

Esta crispación se siente en todos los ámbitos y en todos los lugares, pero su epicentro se encuentra en el Congreso Nacional, donde están los que representan a la sociedad paraguaya en su conjunto.

El combustible que está avivando el fuego de la discordia es el lenguaje soez, las palabras indecentes, a menudo groseras y ofensivas, que utilizan muchos de nuestros políticos, muchos de nuestros periodistas y muchas de las personas que escriben en las redes sociales.

En los diferentes espacios políticos, en lugar de escuchar debates y confrontación de ideas, lo que escuchamos son acusaciones y descalificaciones hacia el adversario.

Y en ese ambiente, los medios de comunicación, tanto escritos, como radiales y televisivos, en busca del bendito ráting, dan amplios espacios y estimulan las agresiones y los enfrentamientos.

El escenario para este lamentable espectáculo lo ponen los medios de comunicación y los principales artistas son nuestros dirigentes.

Como lo dice magistralmente el escritor peruano Mario Vargas Llosa, asistimos a la civilización del espectáculo, donde el único objetivo es que la sociedad “se divierta y tenga placer, para lo cual los programas deben ofrecer novedades y distraer a un público lo más amplio posible”.

En esta civilización del espectáculo la palabra serena, la reflexión profunda, el análisis de los problemas y las propuestas de solución, les interesan a pocas personas y, consecuentemente, tienen un ráting muy bajo.

Sin embargo, los enfrentamientos y los ataques personales, pareciera que son del interés de la mayoría y, consecuentemente, tienen los rátings más altos.

Teniendo en cuenta que la calidad de la convivencia, en una pareja, en una familia, y en una sociedad, se mide por la calidad de sus conversaciones, tenemos que preguntarnos: ¿Qué sociedad estamos construyendo, al incentivar la palabra agresiva y descalificadora?

Recordemos que, así como tener buenos ladrillos es fundamental para construir un edificio sólido, cuidar el uso de las palabras es fundamental para construir una sociedad donde se pueda vivir en armonía.

Porque como dice el filósofo chileno Rafael Echeverría, “la palabra no solamente describe la realidad, sino que también crea la realidad”.

Una palabra afectuosa puede crear una relación amistosa y constructiva, mientras que una palabra ofensiva puede generar odio y enfrentamiento.

Por eso, el primer paso que debemos dar si queremos un Paraguay próspero, es cambiar el tono y la calidad de nuestras conversaciones, para instalar la concordia en nuestro país.

La palabra concordia viene del latín cordis, que significa “corazón” y el prefijo con-, que significa “conjuntamente”. Es decir, con-concordia significa tener los corazones juntos, tener un sentimiento de afecto, de comprensión, de compasión hacia el otro.

Necesitamos que todos nuestros líderes políticos, todos nuestros líderes empresariales y todos nuestros líderes sociales, por encima de sus legítimas diferencias, utilicen un lenguaje que propicie la concordia.

Necesitamos de ese lenguaje en los medios de comunicación y en todas las redes sociales, por parte de los periodistas, de los líderes de opinión y de la gente en general.

Necesitamos también que la sociedad castigue al que utiliza palabras que agredan, hieran y, principalmente, que dividen. Que lo castigue en las urnas si es un político y que lo castigue en el ráting si es un periodista.

Porque si no construimos una sociedad que viva en la concordia, nuestro país no podrá avanzar por la senda del desarrollo, que es el único camino que hará posible una vida digna para todos.

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