Reorganizar el sector eléctrico

En los últimos años se han presentado varios análisis y proyecciones sobre el consumo de energía eléctrica y su correspondiente abastecimiento con la capacidad instalada disponible. Todos coinciden en que, al ritmo de crecimiento promedio del consumo de los últimos años, es casi seguro que sufriremos apagones en las horas pico alrededor del año 2030. ¡Dentro de 5 años! Para evitar esta catástrofe, es necesario realizar urgentes inversiones para ampliar la capacidad y diversificar las fuentes de generación. La urgencia se debe a que los periodos de maduración de los proyectos son muy largos.
El plan maestro de generación de energía de la ANDE prevé una necesidad de inversión de alrededor de USD 1.650 millones en nuevas plantas de generación o de almacenaje para cubrir las horas pico entre el 2026 y el 2030; y de otros USD 6.700 millones adicionales a partir de allí hasta el año 2040 para satisfacer la demanda proyectada. Además, hay que transportar la energía a los centros de consumo y distribuirla con la infraestructura adecuada a los hogares y las plantas industriales. Según su plan maestro de transmisión y distribución, requiere otros USD 3.500 millones de inversiones hasta el año 2030 para ampliar las redes en todo el territorio nacional. Una inversión equivalente al 27% del PIB.
Esta es la necesidad, pero la realidad es que la ANDE no tiene capacidad financiera para realizar las inversiones. Si no hubiera sido por las donaciones recibidas de Itaipú, la ANDE hubiera terminado con importantes pérdidas en su estado de resultados en los últimos dos ejercicios. Esto indica que sus tarifas actuales, congeladas desde hace años, no cubren sus costos operacionales y menos aún pueden solventar las grandes inversiones requeridas.
Por lo tanto, para asegurar el abastecimiento de energía, es necesaria la incorporación de inversión privada, principalmente en el segmento de la generación y almacenaje. Pero esto requiere modificar las reglas de juego vigentes en el sector eléctrico. En los últimos años, se han aprobado leyes, pero sin efectividad práctica. Recientemente, el Poder Ejecutivo presentó al Congreso un nuevo proyecto de ley que traslada el Viceministerio de Energía y Minas a la estructura del MIC. Pero es más importante entender qué es lo necesario y fundamental para lograr el objetivo y a partir de allí reorganizar el sector.
Primero, es importante determinar el rol que tendrá la Ande en la nueva organización del sector. La ANDE debería focalizar su operación y sus inversiones en los segmentos de transmisión y distribución, debido a que la cobertura geográfica y poblacional de sus redes llega casi al 100% del territorio y, en estos segmentos, hay ciertas bases de monopolio natural por la ineficiencia económica de la duplicación de las redes. Además, cumpliría el rol de Operador del Sistema Interconectado. Así, la ANDE recaudaría todos los ingresos del sector y sería el gran comprador de energía/potencia de Itaipú, Yacyretá y de todas las empresas privadas que inviertan en plantas de generación eólica, solar, hidroeléctrica o térmica. Sin embargo, se debe reconocer y otorgar la concesión a otras empresas distribuidoras que ya existen, como en la ciudad de Villarrica o las Colonias Menonitas. Estas podrían optar por comprar la energía directamente a las empresas generadoras y pagar a la ANDE el costo de transmisión que corresponda.
Segundo, es necesario un Ente Regulador de Energía, de carácter técnico, no político, con roles de delinear las políticas del sector; planificar el suministro y autorizar con base en ella las solicitudes de la ANDE para licitar nuevas unidades de generación de energía; diseñar, aprobar, supervisar la aplicación y autorizar los reajustes de un régimen tarifario que otorgue previsibilidad y asegure sostenibilidad económico-financiera a todo el sector. Este régimen debe incorporar los costos de todos los segmentos: Generación, transmisión y distribución, que deben ser calculados separadamente con metodologías universalmente aceptadas. Este ente podría surgir del actual Viceministerio y/o de una parte de la ANDE.
Este es un desafío que nuestro país no tuvo en los últimos 50 años gracias a la construcción de Itaipú y Yacyretá. Hoy se nos plantea como una gran amenaza si no somos capaces de organizar el sector para encarar las grandes inversiones necesarias.
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