No caigamos en la trampa
Los efectos económicos devastadores de la pandemia, que son más pronunciados en los segmentos más vulnerables de la población, generan altos niveles de angustia e insatisfacción en ellos y un ambiente propicio para la proliferación de políticas públicas populistas insostenibles, que terminarán provocando estancamiento y profundizando la pobreza. Sin embargo, son necesarias políticas públicas adecuadas para recomponer los ingresos de las familias y seguir avanzando en el proceso de desarrollo.
Es importante entender que no existen mesías ni milagros que nos permitan lograr resultados mágicos en el corto plazo. Hay factores estructurales que determinan el ritmo de desarrollo sostenible de los países, algunos de los cuales pueden ser afectados a través de las políticas públicas, pero con resultados observables solamente en el mediano y largo plazos. Los factores principales son el ritmo de acumulación de capital físico, de capital humano y de la tecnología, gestionados a través de la capacidad emprendedora que tienen las personas para innovar, invertir y asumir riesgos.
Para acelerar la acumulación de capital físico y de la tecnología es necesario incentivar el ahorro, la radicación de capitales y la inversión productiva y en investigación y desarrollo tecnológicos. Estas decisiones implican restringirse hoy para acumular y alcanzar un mayor bienestar en el futuro e incorporan elementos de expectativas, incertidumbre y riesgos respecto a los escenarios futuros y su impacto en los resultados. En este sentido, una política macroeconómica responsable que promueva la estabilidad económica, sistemas legales y judiciales que garanticen el respeto de los derechos de propiedad y el cumplimiento de los contratos, regímenes tributarios estables y predecibles, etc., son las políticas públicas adecuadas, porque generan predictibilidad y reducen la incertidumbre, los riesgos involucrados y facilitan la decisión.
En la acumulación del capital humano, el factor preponderante es el acceso a una educación de buena calidad en todos los niveles: inicial, básica, media y superior; aunque hay factores habilitadores como una buena nutrición, salud, etc., que posibilitan maximizar la capacidad de aprendizaje y desarrollo de la inteligencia. Aquí las políticas públicas deben garantizar el acceso universal a servicios de educación y salud de calidad competitiva internacionalmente y a una nutrición adecuada a los niños y jóvenes. Esto requiere reformas en la educación y la salud pública con un costo elevado, pero con una altísima rentabilidad económica y social. Para financiarlo debemos mejorar la calidad del gasto público, reasignar recursos, reducir la evasión e incrementar algunos impuestos mejorando la equidad del sistema tributario. Gradualmente y con rendición de cuentas.
El capital físico, el capital humano y la tecnología son factores complementarios en todas las actividades económicas. En los países subdesarrollados típicamente escasea el capital físico, por ello el capital por trabajador es bajo en los procesos productivos y como consecuencia la productividad y las remuneraciones laborales también son bajas. El círculo virtuoso se genera con la inversión productiva realizada por emprendedores que incrementan el capital por trabajador incorporando tecnologías más eficientes y con trabajadores mejor formados capaces de gestionar las nuevas tecnologías; estos factores en su conjunto se potencian e incrementan más que proporcionalmente la productividad y las remuneraciones de los trabajadores, quienes con sus familias van alcanzando mejores estándares de vida al mismo tiempo de generar ganancias para los emprendedores, quienes tuvieron la visión y decidieron asumir los riesgos e invertir. Este es el camino.
No caigamos en la trampa. El progreso requiere esfuerzo y creatividad individual y cooperación colectiva. No hay atajos. Impuestos a las grandes fortunas o despenalizar la invasión de propiedades solo generará fuga de capitales e inseguridad jurídica que terminarán reduciendo la inversión y la productividad. Necesitamos más bien acuerdos básicos para reformar la salud, la educación y mejorar el gasto público, cuyos resultados sí redundarán en mejores estándares de vida para nuestra gente de manera sostenible.
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