¿En las puertas del infierno?
La semana pasada el IPPSE, el instituto que nuclea a los más importantes expertos paraguayos del sector eléctrico, nos alertaba en un comunicado sobre “las graves consecuencias para nuestro país de la mayor crisis hídrica de los últimos 98 años en la cuenca del río Paraná”.
El alerta decía que la bajante del río podría traer consigo enormes problemas para la generación de energía, para el abastecimiento de agua potable, para la irrigación y para la navegación.
La producción de energía ya está siendo afectada debido a que la reducción del caudal del río Paraná ha obligado a Itaipú a poner a 8 de las 20 turbinas fuera de servicio y a Yacyretá a operar a un 50% de su capacidad.
¡Esto significa millones de dólares menos de ingresos para las binacionales y para el país!
La navegación de los ríos Paraná y Paraguay ya está siendo afectada también, lo cual es muy grave para un país mediterráneo como el nuestro cuyas principales vías para llegar al mar y poder exportar e importar son estos dos importantes ríos.
Los barcos ya tienen enormes dificultades para la navegación con un impacto que puede ser muy grande, tanto en el aumento de los costos de fletes como en el riesgo de desabastecimiento de algunos productos esenciales.
En la provisión de agua potable el riesgo de desabastecimiento también es enorme, debido a que las grandes ciudades de nuestro país –Asunción, Ciudad del Este, Encarnación– se encuentran a orillas de estos dos ríos.
Esta crisis hídrica está afectando también a nuestros dos países vecinos, el Brasil y la Argentina, pero ellos ya están tomando medidas de emergencia para mitigar los efectos de la misma.
El Gobierno del Brasil estableció a partir de mayo de este año el estado de “alerta de emergencia hídrica” para cinco de sus estados que se encuentran dentro de la cuenca hídrica del río Paraná.
Al mismo tiempo el Gobierno brasileño ha ordenado la reducción del consumo de electricidad en todos los edificios públicos y ha solicitado a la ciudadanía usar racionalmente la energía. Paralelamente las empresas distribuidoras de electricidad han subido las tarifas para el consumidor en más del 20 por ciento.
En la Argentina el gobierno de Alberto Fernández ha declarado “emergencia hídrica” por 180 días, para mitigar el efecto de la bajante del río y ha solicitado a la población el uso racional del agua.
Estamos en medio de una grave crisis hídrica con enormes impactos en la vida y en la actividad económica del Paraguay, pero mientras los gobiernos de nuestros vecinos están alertando a la población y tomando medidas, siento que en nuestro país no estamos haciendo lo mismo.
Es probable que con el ambiente tenso que vivimos, producto de los enfrentamientos políticos y de los problemas que nos trajo el Covid-19 no quiera agregarse un nuevo tema de malestar, pero sin dudas es una irresponsabilidad no hacerlo.
Tenemos que informar y educar a la ciudadanía si queremos un comportamiento adulto y racional de su parte, porque los problemas del Covid-19 así como los del calentamiento global van a ser la nueva normalidad en los años por venir.
Depende del gobierno, pero principalmente de la ciudadanía, el adaptarse y mitigar estos problemas, sabiendo que las puertas del cielo y del infierno se encuentran una al lado de la otra y depende de nuestra decisión personal y colectiva cuál de ellas vamos a abrirla.
Si decidimos no vacunarnos y no cuidarnos y si continuamos con nuestros hábitos de usar el agua y la energía eléctrica sin restricciones, estoy seguro de que abriremos la puerta del infierno.
Si, por el contrario, actuamos con cuidado y con responsabilidad, vamos a poder vivir, trabajar y progresar, a pesar de estas amenazas que acechan a toda la humanidad.
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