¿Última oportunidad para el Partido Colorado?
El triunfo del Partido Colorado en las últimas elecciones presidenciales y legislativas ha sorprendido a la mayoría de los analistas políticos de nuestro país.
La sorpresa no fue el triunfo del Partido Colorado, sino lo arrollador del mismo, en gran parte como consecuencia del desplome de todos los partidos tradicionales de oposición y la aparición con gran fuerza de un líder populista y anárquico como Payo Cubas.
Tenemos que ser muy cautos al leer los resultados de estas elecciones, que, por un lado, parecen consolidar la larga hegemonía colorada, pero que, por otro lado, nos muestran el enorme descontento de una parte creciente de la población.
Es que hay demasiada gente que todos los días sufre los problemas de la inseguridad, del catastrófico sistema de transporte, del desastroso servicio de salud pública y del avance incontenible del crimen organizado y del tráfico de drogas.
El Partido Colorado que ha sido el gran triunfador de las últimas elecciones y que en los próximos cinco años controlará los poderes Ejecutivo y Legislativo, tendrá ahora una ineludible responsabilidad histórica para avanzar en las reformas que el país necesita urgentemente.
Pero puede suceder en los próximos años lo mismo que ha ocurrido durante los 75 años pasados de gobiernos colorados, en que algunos sectores del partido se encuentren en el poder y otros sectores del mismo partido sea la más férrea oposición para que se realicen los cambios que el país necesita.
Recordemos que los primeros 6 años de gobiernos colorados –1948 a 1954– fueron anárquicos, con varios golpes de Estado entre las diferentes facciones de este partido centenario. En este periodo el país tuvo 6 presidentes, lo cual da un promedio de uno por año.
Para salir de esta situación de anarquía, algunas facciones del Partido Colorado apoyaron el golpe de Estado de un militar como Alfredo Stroessner en contra de Federico Chaves, un presidente colorado.
Este nuevo gobierno militar y colorado gobernó con mano dura nuestro país por 35 años, trayendo orden político y progreso económico con la realización de diversas obras de infraestructura –la más importante Itaipú– que cambiaron la economía de nuestro país.
Pero, así como trajeron orden y cierto progreso, los 35 años de gobierno del Partido Colorado con Stroessner nos trajeron la violación de los derechos humanos, el enriquecimiento y la corrupción de las personas vinculadas al régimen y una bajísima inversión social en educación y en salud.
Cuando la economía se estancó en la década de los 80 y la democracia se expandió en la región, el régimen de Stroessner se convirtió en anacrónico, lo cual llevó de nuevo a que facciones del Partido Colorado con sectores de las Fuerzas Armadas le hicieran el golpe de Estado a Stroessner en 1989.
Este golpe nos trajo la democracia y las libertades que hoy gozamos, pero la corrupción y el clientelismo se incrementaron y los servicios básicos para la población –salud, educación, transporte– fueron cada vez más deficientes.
Santi Peña representa a una nueva generación de jóvenes que se han formado en el exterior y que conocen claramente las reformas que el país necesita para desarrollarse.
Esta generación va a ocupar los principales cargos en el Ejecutivo, pero tendrá enfrente a un Legislativo compuesto por algunas personas involucradas en el narcotráfico, en la corrupción y en el clientelismo y nada dispuestos a perder sus privilegios.
La batalla en los próximos años será entre los reformadores y los que quieren mantener el estatus quo, los que quieren la modernidad y la legalidad y los que quieren seguir lucrando con la corrupción y la ilegalidad.
Esta batalla se dará dentro del Partido Colorado y esperemos que, así como en 1989 ganaron los que querían la democracia, ahora ganen los que quieren el desarrollo inclusivo de nuestro país.
Porque esta puede ser la última oportunidad para el Partido Colorado.
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