El sector agrícola. La soja, mitos y realidades
El cultivo de la Soja que ha crecido 17 veces en las últimas décadas, ha sido la base de nuestro progreso convirtiéndonos en el 5° productor mundial, generando desarrollo de industrias relacionadas y otras de logística que nos ubican hoy como 3a flota fluvial del mundo. Por otro lado es acusada de aumentar la deforestación, de pagar impuestos insuficientes y de concentrar tierras y riqueza en manos de pocos.
El mundo necesita alimentos y Paraguay tiene potencial para triplicar su capacidad de producción, pero para eso tenemos que llegar a consensos como sociedad, mejorando la información y la capacidad de investigación. Fue lo conversado en el espacio de Plaza Pública DENDE, del que participaron Marcos Medina, exministro de Agricultura y Ganadería, y Héctor Cristaldo, presidente de la Unión de Gremios de la Producción (UGP), durante el cual se abordó el tema “El sector agrícola. La soja, motor de crecimiento para unos y causa de problemas sociales y ambientales para otros”, con la moderación de Yan Speranza y la presentación inicial de Alberto Acosta Garbarino, titular de Dende.
El sector agrícola representa para nuestro país la mayor oportunidad de desarrollo social y económico. La coyuntura de la pandemia del Covid19 y la guerra entre Ucrania y Rusia mostraron la fragilidad que tienen los sistemas de producción de alimentos y el mundo hoy precisa, con urgencia, medidas que aseguren la producción de alimentos para las siguientes décadas.
“Paraguay es uno de los países que no solo tiene la oportunidad de proveer, sino que tiene la gran responsabilidad de hacerlo y creo que tenemos que ser muy conscientes del rol que tenemos actualmente en el mundo”, señaló Marcos Medina, al tiempo de indicar que se debe entender que si queremos llegar a niveles de producción rentables y de prosperidad en cualquier finca agrícola y ganadera se necesita de tecnología y conocimiento.
Para ello, el rol del Estado es sumamente importante, pues si bien el sector privado financia investigaciones y apoya a los pequeños productores, se necesita de políticas públicas que permitan mayores oportunidades a las pequeñas fincas, proveyendo información y realizando investigaciones para mejorar la productividad. Además, se debe promover la formación de talento humano que identifique los campos de investigación en los cuales se debe profundizar.
Una de las sugerencias planteadas por el exministro de Agricultura para fortalecer al sector agrícola es la alianza público privada. Los sectores donde fueron implementadas alianzas público privadas han demostrado ser un factor de éxito, como INBIO o SENACSA.
“En la realidad que toca administrar, donde el Estado es aún débil y desorganizado en muchos aspectos y con un altísimo nivel de prioridades como educación, salud, infraestructura, por los niveles de atraso que tenemos, necesita necesariamente aliarse con el sector privado. Y el sector privado, desde mi punto de vista, tiene que empoderarse de la política pública y en la medida de las posibilidades también financiar las políticas públicas de interés para el sector”, sostuvo.
Medina considera que uno de los grandes desafíos que se tiene en el sector agrícola es fortalecer las cadenas de producción que ya están funcionando exitosamente e ir generando otras cadenas similares que promuevan las mismas oportunidades.
En ese contexto, el Chaco paraguayo se presenta como un polo de desarrollo con un tremendo potencial de seguir avanzando, ya que en esa zona del país están las tierras más fértiles del mundo, similares a la Pampa Argentina o a la Península de Crimea. Si bien hoy la plantación no supera las 60.000 hectáreas, se estima que en la Región Occidental se puede llegar a 1 millón de hectáreas para agricultura, sin contar al arroz.
Pero para eso hay que mejorar la infraestructura y las vías de acceso y generar tecnología, ya que uno de los problemas principales de la zona es el agua.
Paraguay produce actualmente soja, maíz, trigo, sésamo y chía en alrededor de 5.500.000 hectáreas, de las 40 millones de hectáreas que tiene el territorio nacional, siendo el único país en el mundo que puede hacer cinco cultivos al año: tres para renta y dos para dar sostenibilidad al suelo. Del total de producción, la soja representa 3.600.000 hectáreas. En las 1.500.000 hectáreas restantes se registra otro tipo de agricultura no tan tecnificada, que se conoce como agricultura familiar campesina.
El titular de DENDE, Alberto Acosta Garbarino, comentó que si bien el sector agrícola históricamente ha sido fundamental para nuestro país, fue la aparición de la soja la que impulsó el crecimiento acelerado del sector y convirtió a Paraguay en el quinto mayor productor del mundo, generando ingreso de divisas que ha sido fundamental para el crecimiento económico de las últimas décadas.
A su vez, la soja impulsó al sector industrial y al de logística, ya que para llegar a los mercados internacionales se usa principalmente la vía fluvial, lo cual llevó a que en Paraguay surja la industria naviera y nuestro país tenga la tercera flota en el mundo en materia fluvial.
“Es un producto de enorme importancia desde el punto de vista económico, pero también es un producto que ha generado muchas controversias, algunas desde el punto de vista ambiental, se le acusa de la deforestación, del monocultivo y detrás de eso, en parte, por el cambio climático. Pero la soja también es víctima del cambio climático, porque es un producto que depende de la lluvia, del agua. Por un lado la soja es Dios y es el diablo, es la causa de todos nuestros éxitos y progresos de los últimos años, pero para otros es la causa de todos nuestros males”, destacó.
Para Héctor Cristaldo, mejorar la producción pasa por una capacitación constante a los pequeños productores, lo cual permitirá no solo mejorar el rendimiento sino también derribar algunos mitos relacionados con la soja, principalmente. En ese sentido, comentó que actualmente 43.000 pequeños productores de menos de 20 hectáreas están tecnificados, ya sea produciendo chía, sésamo, soja, maíz y lograron insertarse en la cadena lechera gracias al apoyo técnico recibido, principalmente del sector privado.
“¿Es culpa de los rubros (agrícolas) o es culpa de las políticas públicas ese atraso en el campo? Esa es la gran pregunta” se quejó, a lo cual sumó la crítica a organismos multilaterales, señalando que a pesar de haber destinado más de 4.500 millones de dólares a la pequeña agricultura en los últimos 25 años no se observan grandes cambios y eso se debe a que quienes elaboran las recetas no conocen la realidad del campo y no contemplan la corrupción como una problemática real que afecta a los pequeños productores.
En medio de los cuestionamientos, el sector privado ha sabido aliarse para mejorar el rendimiento de la soja. En ese sentido, se está trabajando en INBIO con el gen HB4, una variedad genética creada en Argentina tolerante a la sequía. A ello se suma que hay variedades nacionales de soja que ya se están exportando a Bolivia y se está por habilitar la el ingreso a Brasil. “Estamos caminando, no a la velocidad que queremos muchas veces, pero tenemos líneas para construir el futuro”, destacó.
Una deuda pendiente es aumentar la inversión que permita contar con datos más exactos sobre el comportamiento climático, de manera a poder procesar la información y fortalecer la toma de decisiones, por lo menos, a tres meses.
Finalmente, Yan Speranza tenemos condiciones enormemente favorables en términos de clima, de suelo, de gente, de cultura productiva agrícola que puede satisfacer la demanda mundial de alimentos, pero esto implica también resolver algunas cuestiones relacionadas con una agricultura basada en conocimiento y en tecnología, y con una agricultura que no ha incorporado tecnología y conocimiento, que es mucho menos productiva, pero que puede incorporarse al mercado en la medida que las políticas públicas y privadas se enfoquen en su capacitación.
“Me quedo con esta frase: el mundo necesita de alimentos, Paraguay lo puede generar, lo puede producir y eso va a ser un factor importantísimo de nuestro propio desarrollo”, sentenció.
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